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Elizabeth
Bennet, Orgullo y
prejuicio, Jane Austen
"Es
una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de
una gran fortuna, necesita una esposa.
Sin
embargo, poco se sabe de los sentimientos u opiniones de un hombre de
tales condiciones cuando entra a formar parte de un vecindario. Esta
verdad está tan arraigada en las mentes de algunas de las familias que
lo rodean, que algunas le consideran de su legítima propiedad y otras
de la de sus hijas". |
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Anna
Karenina, Leo Tolstoi
"Todas las familias
dichosas se parecen, y las desgraciadas, lo son cada una a su manera. En
el hogar de los Oblonski se había roto la armonía. La princesa,
sabedora de que su esposo sostenía relaciones con la institutriz
francesa de sus hijos, habíase negado rotundamente a vivir bajo el
mismo techo que su
cónyuge".
(Comienzo)
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La
dama de las camelias,
Alejandro Dumas
"No colijo de este
relato la conclusión de que todas las cortesanas como Marguerite sean
capaces de obrar del mismo modo; lejos de mí tal intención. Pero tuve
noticia de que una de ellas había experimentado, durante su vida, un
amor profundo por el que sufrió mucho. He contado al lector cuánto
sabía al respecto. Se trataba de cumplir con un deber.
No me considero
apóstol del vicio, pero me haré eco de la desdicha digna de estima por
doquier que me alcancen sus súplicas.
La historia de
Marguerite constituye -lo repito- una excepción: pero, de haber sido
corriente, no hubiera merecido
escribirse".
(Final)
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Madame
Bovary, Gustave Flauvert
"Pero, al mirarse
en el espejo, se asombró de su cara. Nunca había tenido los ojos tan
grandes, tan negros ni tan profundos. Algo de sutil derramado sobre su
personalidad la transfiguraba.
Se repetía:
"¡Tengo un amante! ¡Un amante", deleitándose en esta idea
como en la de otra pubertad renacida".
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Jane
Eyre, Charlotte Brontë
"Querido
lector, espero que nunca padezcas lo que yo padecí entonces. Que nunca
broten de tus ojos unas lágrimas tan tempestuosas, abrasadoras y
dolorosas como las que brotaron de los míos. Que nunca clames al cielo
con ruegos tan angustiosos y desesperanzados como los que salieron de
mis labios. Que nunca temas ser la causa de la desgracia del que más
amas".
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Jo,
Mujercitas, Louisa May Alcott
"Navidad no será
Navidad sin regalos".
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Ecarlata
O´Hara, Lo que el viento se llevó.
"Pensaré en esto
mañana, en Tara. Allí me será más fácil soportarlo. Sí, mañana
pensaré en el medio de convencer a Rhett. Después de todo, mañana
será otro día".
(Última frase)
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La
Maga, Rayuela, Julio Cortázar
"¿Encontraría a
la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de
Seine al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo
que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta
delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a
otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el
agua". (Rayuela, primera frase)
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Esther
Greenwood, La
campana de cristal, Sylvia Plath
"Era un verano
extraño, sofocante, el verano en que electrocutaron a los Rosenberg, y
yo no sabía que estaba haciendo en Nueva York. Les tengo manía a las
ejecuciones. La idea de ser electrocutada me ponía mala, y eso era lo
único que se podía leer en los periódicos, titulares como ojos
saltones me miraban fijamente en cada esquina y en cada entrada al
metro, mohosas e invadidas por el olor de los cacahuetes".
(Comienzo)
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La
señora Dalloway,
Virginia Woolf
La señora Dalloway
dijo que ella misma se encargaría de comprar las flores.
Sí, que Lucy tendría
trabajo más que suficiente. Había que desmontar las puertas;
acudirían los operarios de Rumpelmayer. Y entonces Clarissa Dalloway
pensó: qué mañana diáfana, cual regalada a unos niños en la
playa".
(Comienzo)
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Mujeres
de ojos grandes,
Ángeles Mastretta
"Cuando
la tía Carmen se enteró de que su marido había caído preso de otros
perfumes y otro abrazo, sin más ni más lo dio por muerto. Porque no en
balde había vivido con él quince años, se lo sabía al derecho y al
revés, y en la larga y ociosa lista de sus cualidades y defectos nunca
había salido a relucir su vocación de mujeriego. La tía estuvo
siempre segura de que antes de tomarse la molestia de serlo, su marido
tendría que morirse".
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